26 mar 2011

TITÁNICA PELEA


Se acercaba la noche y yo tenía la seguridad de ganar esta lucha. 
Él, de la nada saco su arma y me dio unos cuantos golpes. 
Pero con mi agilidad logré desarmarlo y corresponderle
en la batalla. Puños, sangre y gritos se escuchaban
a la distancia, casi no me quedaba fuerza pero
con mi último aliento…

…ichhhhhhhh, pero ahí se fue la luz y ya casi pasaba al otro nivel.

JAVIER ALEXANDER CUERO
11B

ARTE URBANO


Foto: DIEGO BELTRÁN

21 mar 2011

LOS RATONES MORADOS



Los hombres de aquel país realizaron una campaña tan vasta para exterminar a los ratones que pocos fueron los sobrevivientes. Sólo se salvaron los que lograron abandonar la ciudad y refugiarse cerca de la Gran Planta Nuclear, pero ni siquiera pudieron entrar porque estaba rodeada de grandes mallas electrizadas y algunos terminaron achicharrados.

Los pocos sobrevivientes, como no podían volver a sus casitas en las alcantarillas, se habituaron a comer el pasto morado que crecía alrededor de la planta. Sus crías fueron de color morado y empezaron a crecer hasta alcanzar tamaños descomunales: se comían una vaca como antes se comían un pedacito de queso.

Cuando el pasto ya no fue suficiente, los ratones invadieron la planta, la ciudad, el país y como una gran mancha morada llegaron ese día. Mataban muchos hombres de un solo manotón. Los hombrecitos sobrevivientes vivían en las alcantarillas y como ya era muy difícil atraparlos, los ratones morados decidieron cazarlos con trampas.

ANTONIO MARÍA CARDONA

17 mar 2011

BARCELONA vs ARSENAL


DÉJAME ENTRAR


Es extraño pensar que te convertiste en un complemento de mi vida.
No quiero ni pensar como seria mi camino sin ti

Perderte seria mi peor castigo porque mi corazón seria atormentado.

Nunca te desgastes, nunca te pierdas ni me abandones.

¡Bah! 
tantas palabras bonitas para hablar de una llave.

ANGIE RAMOS
11B

11 mar 2011

EL JUEGO DE SER MADRE


La madre se quitó el ojo derecho y fue a venderlo. Envió el producto de la venta por correo urgente y esperó ansiosa, las noticias. Tiempo después recibió una carta escueta en la que pedía más dinero. Vendió su pierna izquierda y todo su cabello castaño desteñido, envió apresuradamente el dinero y espero.
La respuesta llegó con retraso, en realidad no fue una respuesta sino un nuevo mensaje de clamorosa necesidad. Salió a la calle inmediatamente, ofreció su pecho escuálido y, como cobró una miseria, vendió también sus antebrazos y algunas de sus gastadas vértebras. El dinero íntegro salió ese mismo día. Pasaron semanas hasta que llegó un nuevo mensaje desesperado que movilizó a la anciana que ofreció, entonces, su vientre, su flaca y encorvada espalda, sus clavículas y la frente, quiso vender su ternura y esperanza, pero no le fueron aceptadas en ninguna tienda.
El envío fue hecho de inmediato y, como de costumbre, hubo de esperar meses antes de tener noticias y, cuando llegaron, fueron las de siempre. Vendió su nariz, sus labios, su cráneo, su viejo e inútil sexo, su mano izquierda, y le rechazaron, por falta de atractivos, su memoria. Estaba segura de que ahora sí lo lograría y, cuando tras varios meses de esperar llegó una nueva carta, supo que las cosas habían mejorado.
Pero que aún faltaba mucho camino por recorrer y, como siempre, no le quedaba ni una sola moneda. Se quitó el ojo izquierdo, la pierna derecha, sus caderas desvencijadas, la arqueada columna vertebral, el corazón, el último suspiro, y suplicó que enviasen el producto de la venta.
Al día siguiente llegaba un alborozado telegrama: madre, no envíes más dinero, he triunfado.

CARLOS MENESES CÁRDENAS