Los hombres de aquel país realizaron una campaña tan vasta para exterminar a los ratones que pocos fueron los sobrevivientes. Sólo se salvaron los que lograron abandonar la ciudad y refugiarse cerca de la Gran Planta Nuclear, pero ni siquiera pudieron entrar porque estaba rodeada de grandes mallas electrizadas y algunos terminaron achicharrados.
Los pocos sobrevivientes, como no podían volver a sus casitas en las alcantarillas, se habituaron a comer el pasto morado que crecía alrededor de la planta. Sus crías fueron de color morado y empezaron a crecer hasta alcanzar tamaños descomunales: se comían una vaca como antes se comían un pedacito de queso.
Cuando el pasto ya no fue suficiente, los ratones invadieron la planta, la ciudad, el país y como una gran mancha morada llegaron ese día. Mataban muchos hombres de un solo manotón. Los hombrecitos sobrevivientes vivían en las alcantarillas y como ya era muy difícil atraparlos, los ratones morados decidieron cazarlos con trampas.
ANTONIO MARÍA CARDONA
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