(FRAGMENTO)
Era
la casa de mi tía más vieja adonde me llevaban los sábados de visita. Encima
del hall de esa casa con cielo de claraboyas había otra casa misteriosa en
donde se veía a través de los vidrios una familia de pies aureolados como
santos. Leves sombras subían sobre el resto de los cuerpos dueños de aquellos
pies, sombras achatadas como las manos vistas a través del agua de un baño.
Había dos pies chiquitos, y tres pares de pies grandes, dos con tacos altos y finos
de pasos cortos. Viajaban, baúles con ruido de tormenta, pero la familia no
viajaba nunca y seguía sentada en el mismo cuarto desnudo, desplegando diarios
con músicas que brotaban incesantes de una pianola que se atrancaba siempre en
la misma nota. De tarde en tarde, había voces que rebotaban como pelotas sobre
el piso de abajo y se callaban contra la alfombra.
Una
noche de invierno anunciaba las nueve en un reloj muy alto de madera, que
crecía como un árbol a la hora de acostarse; por entre las rendijas de las
ventanas pesadas de cortinas, siempre con olor a naftalina, entraban chiflones
helados que movían la sombra tropical de una planta en forma de palmera (…). No
había nadie ese día en la casa de arriba. Salvo el llanto pequeño de una chica
(a quien acababan de darle un beso para que se durmiera, que no quería
dormirse), y la sombra de una pollera disfrazada de tía, como un diablo negro
con los pies embotinados de institutriz perversa. Una voz de cejas fruncidas y
de pelo de alambre que gritaba “¡Celestina, Celestina!”, haciendo de aquel
nombre un abismo muy oscuro. Y después que el llanto disminuyó despacito…
aparecieron dos piecitos desnudos saltando a la cuerda, y una risa caían de los
pues desnudos de Celestina en camisón, saltando con un caramelo guardado en la
boca.
Silvina Ocampo, Viaje
olvidado, Buenos Aires, Emecé, 1998.
1. El protagonista de la historia es:
a. La tía más vieja.
b. El propio narrador.
c. Celestina
d. La familia del piso de arriba.
2. El
protagonista:
a. Vivía en la casa misteriosa.
b. Vivía en la casa de la tía.
c. Vivía con la tía.
d. Iba de visita a casa de la tía
3. Desde
abajo, se veía:
a. Todo lo que pasaba arriba.
b. Los rostros de la gente de arriba.
c. Las sombras y la marca de los pies de
la gente de arriba.
d. Las manos de la gente de arriba.
4. Se
dicen que arriban vivían:
a. Dos niños y tres adultos.
b. Dos niños y cinco adultos.
c. Un niño y tres adultos
d. Dos niños y dos adultos.
5. Es
evidente que el narrador de la historia era, entonces, un niño o una niña
porque:
a. Pasaba el tiempo mirando el cielo de
claraboyas.
b. Oía jugar a otro niño.
c. Desconocía lo que pasaba arriba.
d. Habla de un tiempo remoto cuando era
“llevado” a casa de sus tías.
6. A partir del título del libro, es evidente
que este relato gira, entre otros asuntos, alrededor de:
a. Las casas viejas.
b. Los miedos de los niños.
c. La soledad.
d. Las memorias de la infancia.
7. La
obra presenta una compleja combinación simbólica alrededor del tema de lo
celeste:
a. Como es evidente en el título del
relato y en el nombre de la niña.
b. Que puede ser una coincidencia.
c. Que se quiebra con la aparición de la
niña.
d. Que se opone al mundo del niño que
testimonia cada uno de los elementos.
8. Es
evidente que el niño:
a. Opone el mundo del niño a la oscuridad
del juego de los adultos.
b. Se ajusta con lo que sospecha sucede en
el piso superior.
c. Tiene temor al mundo externo.
d. No recuerda bien el rostro de
Celestina.
9. Una
voz de “cejas fruncidas y de pelo de alambre” es:
a. Una metáfora compleja
b. Un juego verbal osado.
c. Una sinestesia de fuertes
implicaciones.
d. Una frase un tanto fantástica
10. Los
saltos y la risa de Celestina:
a. Son propios de una niña que juega
inocentemente.
b. Desvanecen la angustia que se había
generado con el llanto y los llamados de la mujer.
c. Se suman al misterio de la familia
de arriba. Tardanza
d. Pasan desapercibidos para el
narrador de la historia.